Lo sencillo es quedar en cama, dejar de explorar, cerrar los ojos y acomodarse en tu zona de confort... Lo complicado es levantarse, obligarse a vencer al despertador y a los mil fantasmas que te insisten en quedar.
El domingo lo hicimos de nuevo, convocamos a 700 personas al reto de saberse capaces. No es fácil, nadie dijo que lo fuera... pero bien vale la pena a cada paso conquistarse.
Una vez que cruzas la meta, las piernas te tiemblan, los pulmones parecen querer extenderse y los ojos, los ojos se llenan de orgullo al ver a tus amigos y familiares celebrar contigo. Así se siente el triunfo.
Chicos, mamás, papás... ¡acostúmbrense a triunfar!